No todo lo que nos sucede en las estructuras bucales son patologías que requieran de una visita al dentista o de un tratamiento extenso. Aunque no supongan un problema grave ni sean contagiosas, las aftas o llagas bucales resultan muy incómodas y producen molestias y dolor a la hora de comer y beber. Son muchas las causas por las que pueden aparecer y, a pesar de que suelen desaparecer por sí mismas, a veces tardan en curarse por completo. Junto con las caries, las aftas son de los problemas bucales más frecuentes, por eso vamos a hablar sobre ellas, qué puede causar su aparición y cómo curarlas.
Las aftas bucales, popularmente conocidas como llagas, son lesiones ulcerosas o heridas superficiales que suelen aparecer en las mucosas orales y tejidos blandos, como en las mejillas, la lengua, el paladar blanco, la cara interna de los labios y la base de las encías. Producen una sensación dolorosa similar a las quemaduras y su forma suele ser redondeada, con un color blanquecino o amarillento rodeado de un halo rojizo. Aunque habitualmente se presentan de manera individual, también pueden aparecer en pequeños grupos, aumentando las molestias. Las aftas bucales son muy frecuentes en población general, estimándose que más de la mitad de las personas ha sufrido algún brote de llagas en algún momento de sus vidas, y hasta un 20% tiene aftas con relativa frecuencia.
De manera general se distinguen tres grandes tipos de aftas bucales:
Existen muchas causas por las que pueden aparecer las aftas bucales y en muchos casos no se puede establecer un origen claro. Las investigaciones apuntan hacia una etiología multicausal, combinándose varios factores, incluida la genética. Las aftas bucales pueden ser consecuencia de:
La ortodoncia dental fija, es decir, los brackets, suelen ser el motivo de aparición de las llagas bucales, ya que rozan constantemente con las mejillas, los labios y la lengua. Si este es tu caso, comunícaselo al dentista para que pueda ayudarte a prevenir la aparición de nuevas lesiones y haz uso de las ceras específicas que se fijan en los brackets para evitar rozaduras.
Los golpes en la boca, mordeduras en las mejillas, limpiezas dentales agresivas, etc., son de las causas más comunes por las que pueden aparecer aftas bucales.
Una bajada de defensas aumenta el riesgo de sufrir infecciones, lo que aumenta las probabilidades de aparición de aftas. En estos casos, es mejor acudir al dentista cuanto antes para descartar que la infección haya sido causada por hongos o el virus del herpes. En los periodos de cambios hormonales, como durante la menstruación o el embarazo, y en casos de estrés y falta de sueño también es más frecuente la aparición de aftas.
Si estas prótesis, también conocidas como dentadura postiza, no están bien ajustadas y se mueven al hablar y al comer, es más sencillo que se formen llagas en la boca por el constante roce de la prótesis con las estructuras orales.
Aunque no es muy frecuente que la alimentación esté detrás de la aparición de las aftas bucales, un déficit extremo en vitaminas B y C puede aumentar el riesgo de sufrir este tipo de heridas.
En este tipo de patologías, el sistema inmunitario ataca a las células sanas y en el caso del lupus o el pénfigo es común la aparición de llagas en la boca.
La celiaquía o intolerancia al gluten y una mayor sensibilidad hacia los alimentos cítricos, ácidos o picantes puede ser la causas de la formación de aftas.
Por lo general, las llagas bucales desaparecen por sí misma con el paso de los días y a la semana o a las dos semanas estarán completamente curadas y sin haber dejado cicatriz. Como mencionábamos, en el caso de padecer aftas mayores, la curación puede durar hasta 6 semanas.
La inmensa mayoría de aftas bucales no quieren de tratamiento alguno, simplemente de paciencia. Sin embargo, como generan molestias e incluso dolor a la hora de comer y hablar, existen productos específicos que pueden ayudarnos a hacer el proceso de curación más llevadero. Estos medicamentos alivian las molestias y aceleran la cicatrización de la herida y es habitual encontrarlos como pomadas o cremas que crean una película protectora para evitar más roces con la herida abierta. Para facilitar la cicatrización es recomendable consumir alimentos blandos, no ingerir comidas picantes o ácidas que puedan irritar las llagas y tener cuidado de no mordernos o pasar la lengua continuamente por la herida.
Dejando claro que las llagas no necesitan tratamiento alguno para curarse, es mejor mantenernos alejados de los remedios caseros que utilizan bicarbonato o agua oxigenada, ya que, lejos de ayudarnos con las aftas bucales, son perjudiciales, pues pueden provocar quemaduras e irritaciones que empeoran el estado de la llaga.
Aunque no se pueden prevenir las llagas al 100% porque muchas veces es difícil determinar su origen, podemos tratar de reducir el riesgo de aparición manteniendo una dieta equilibrada rica en frutas y verduras, no abusar de los alimentos picantes o ácidos, asegurarnos una buena higiene oral cambiando con frecuencia el cepillo de dientes, eliminando hábitos dañinos como morder objetos, etc.
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Artículo revisado por el Dr. Cerro Alonso
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